Desde la antigüedad el ser humano ha intuido la existencia de un ser superior y ha deseado comunicarse con él, haciéndose preguntas sobre el origen y el sentido de la vida. Los seres primitivos, descubrían a Dios en la naturaleza; un rayo, una montaña, un río…todo cuanto les rodeaba estaba lleno de misterio y se consideraba una manifestación de los dioses. Como no podían controlar la mayoría de las situaciones de su vida como: la lluvia, los incendios, las tormentas…… creían en unas fuerzas sobrenaturales que tenían poder sobre sus vidas y para relacionarse con estas fuerzas, elegían espacios que consideraban sagrados ( por ejemplo los menhires o los dólmenes) que eran para ellos lugares sagrados y allí realizaban acciones y ritos para alabarlos y sobre todo para pedirles su protección.